La Memoria de un Engranaje Perfecto
Por supuesto, en la vida de cada uno, alguna vez hemos alcanzado nuestro máximo potencial. Ese momento en el que se equilibran la salud física y el bienestar mental. Yo lo tuve, durante unos años, y me hizo sentir inmensamente bien.
Fui muy "jili", disfrutón y feliz; me lo pasé en grande cuando cuerpo y mente funcionaban como el engranaje perfecto de un Rolex. Aquello fue plenitud.

El Sacudón de un Diagnóstico
He decidido que mi Rolex vuelva a funcionar como antaño. Cuando te diagnostican Parkinson, tu vida se sacude, algo dentro de ti se rompe, y muchas cosas se vienen abajo.
A veces tengo buenos momentos, pero la mayor parte del tiempo me siento apático, inseguro, desubicado, solo, sin control sobre mi cuerpo.


La Lucha por Volver a Ser (y merecerlo)
Quiero volver a "hacer el jili", a disfrutar: pasear a mi perra, viajar con la familia, reírme, cantar, sonreír, decirle a la gente que me rodea lo mucho que la quiero, mirarme al espejo y encontrarme con el de antes.
Quiero hacerlo por ellas, pero sobre todo por mí. Porque me lo merezco. Me merezco ser feliz. Absolutamente feliz.
Tengo un sofá nuevo. Un sofá en el que en cuatro meses me he sentado apenas media decena de veces, y es que, al contrario del primer año tras el diagnóstico, mi cabeza no para. Tengo pensamientos, ideas, sueños, ilusiones, pero sobre todo la necesidad de ponerme un reto, una meta, una motivación para seguir cogiendo mi bicicleta y salir. Necesito más.
El Refugio en Dos Ruedas
En la bici, este Rolex funciona a la perfección; mis piernas se sienten fuertes, me piden más. Para que podáis imaginar cómo me siento sobre las dos ruedas, os diré que, si pudiese, estaría 24/7 dando pedales. La sensación de impotencia que siento durante casi todo el día se me va en mi "Gravel".
El otro día salía por primera vez de noche, sobre las 6:30 de la madrugada, debido al insomnio. No os podéis imaginar la paz que sentía mientras Mr. Park y la mayoría de los mortales seguían durmiendo. Sin apenas coches en la carretera. Yo, mi bici, la luna y ese ligero sonido del mar golpeando las rocas.
Una Nueva Meta Nace en la Oscuridad
Pues bien, de esa paz ha nacido una nueva meta, un nuevo reto, y será por supuesto sobre las dos ruedas, el único lugar donde me siento invencible.
Sigo dando forma a este desafío y espero poder contarlo muy pronto. ¡Estad atentos!